Fue esa única vez. Cuando duermo contigo, siempre es del tirón. Menos esa noche.
Me desperté y ya era de día. Media mañana. Nos habíamos dormido tarde y aún no estaba descansada del todo.
Te miré.
Dormías profundamente. Tenías una media sonrisa dibujada... y aunque tenías los ojos cerrados, me estaban mirando. Abrazada a mi; tapándonos esos huecos de vergüenza que tan poca gente conoce...
Sonreí. Sé que lo sabes.
Acerqué mi cara a tu pelo... olerte es uno de esos pequeños vicios confesables que me conoces. Que te conozco... Que nos conocemos... Esto, con nosotras, siempre funciona así.
Me quedé un rato largo así... y de repente, volvió esa paz que tantas noches echo de menos. Y cerré los ojos.
Horas después, casi mezclada con mis sueños, lo primero que veo al despertar, son tus ojos y tu sonrisa... quieta, casi sin respirar, feliz?... Feliz.
Y en ese instante, que dura poco más de un parpadeo, lo entendí todo.
Ahora.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2009
(189)
- ► septiembre (16)
2 comentarios:
Ains perrilla k bonito es verte feliz ^^
:) Ya me tocaba, hermana, ya me iba tocando!!!
Publicar un comentario