martes, 22 de septiembre de 2009

En cambio...

Ella sabía que para dar un simple paso, siempre hay que poner un pie en el aire.
Barcelona era su pie en alza, y ser feliz su bandera.
Era la única historia de amor de la que quería oír hablar; era en lo único en lo que le quedaba fé: en ella misma y en el abanico de posibilidades y flores nuevas que no sólo no había probado sino que tampoco sabía que existiesen.
Esta vez tan sólo sintió cautela; hacía años que el miedo dejó de poner cierto orden en su vida… pero de un tiempo a acá, a veces dormía con la cabeza tapada.
Apagó su cigarro torpemente pero con pura inercia; recordando en cada pequeño movimiento cuántas veces lo había hecho antes.
Denotaba cierta elegancia.
La elegancia no entiende de tiempos, ni de melodías, ni tampoco de partituras completas… La elegancia entiende de instantes y de suspiros.
Levantó la vista del suelo para recordar, con cierta sorpresa, que ese día tenía una agenda más que apretada; ella funcionaba así…cuanta más tarea, más efectividad.
“Vidilla”, que era como ella lo llamaba a ese estado de estrés sin sentido que buscaba normalmente. Se sentía más viva cuanto más tenía que hacer… como si de movimiento dependiese el vivir; a cuanto más te muevas, más vivo estás.
No estaba muy equivocada, del todo…



1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres grande, hermana. Tq :)