miércoles, 15 de diciembre de 2010

Yo sigo estando bien...






Me levanté a una hora prudente. Me hice un colacao y me comí una 4J. Ayudé en casa hasta la hora de comer. Qué ricas esas lentejas pasaditas, uuummmm! Fui al hospital a ver a mi abuelo, con mi madre y mi hermana. Nos tomamos un café las tres juntas después de más de un año. Fue genial no, lo siguiente.
Volviendo a casa, escuchando a Manolo García, vi uno de los soles más bonitos que he visto en mi vida. Era blanco y lo rodeaba un tímido pero contundente halo de color azul. Flipé, me encantó. Sonreí en silencio y me sentí afortunada. No sé por qué, pero sé que lo soy.
Llegué a casa y abracé a mi nenito, mis perros me lloraron un ratico. Solté unas cosas y cogí otras. Me pasé un par de horas de recados, para aquí y para allá.
Me compré una caja de lucky. Te echaba de menos.
Llegué a casa algo cansada pero me puse una zero fresquita y me encendí un cigarro mientras se encendía el chisme este que es de grande casi como la palma de mi mano.
Hay que ver qué inventos...
Escuché algo de música mientras hacía tiempo para ir a verte.
Me llamas, quedamos.
Nos vemos.
Y las estrellas nos ven a nosotras. Y algunas incluso se atreven a guiñarnos... tú te sorprendes, y yo alucino. Pero nos miramos y sobran los motivos. La misma dirección, el mismo momento, la misma frecuencia en la voz... la misma intensidad en cada paso que se da... ahora, el mismo camino.
Casi no nos hace falta hablar, y a veces se nos quedan cortas las palabras.
Yo tengo esa fórmula mágica que taaaantos buscaron y durante taaanto tiempo.
Yo sé parar el tiempo. (Aunque me encantaría parar también el del reloj...).
Y tú sabes pararme a mi en el instante. Y hacerme correr. Y hacer que me levante cuando ni si quiera sé que me he caído.



Tú eres ese punto de inflexión desde el que tantas personas maravillosas movieron el mundo.


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