lunes, 30 de mayo de 2011

Mi pequeña gran caída (segunda parte)

(...)

Esa primera noche me la pasé de cháchara con Lidia y con Rocío -mi chica- que llegó en cuanto salió de trabajar. Al día siguiente, Rocío se fue a mediodía a descansar y no recuerdo bien si vino mi madre, mi padre, mi abuela, alguna de mis tías... no lo sé... En verdad recuerdo pocos momentos de soledad en aquella habitación tétrica en la que pasé tantas horas. Gracias, por cierto, a los que contribuísteis :)
El lunes fue un día duro. 9 de mayo, claro, no podía ser de otra manera.
Después de un fin de semana repleto de emociones, de contradicciones y de muchos ataques de fiebre, vino el hematólogo que iba a llevar mi caso con dos enfermeras, desalojó la habitación y cogió aire para después quedarse en la santa gloria.
En primer lugar me anunció que estaban a punto de hacerme un aspirado medular y una biopsia ósea en la cresta hiriática (en la cintura, por detrás, para que nos entendamos...). Y después de esa gran noticia, venía la mejor. No se me va a olvidar nunca, nunca, nunca la cara de mi madre cuando aquel señor con bata blanca y dos dedos de luces me sugirió que digiriera, que asimilara, que aquello era duro pero que había muchísima gente de mi edad, como yo, en aquel hospital con cáncer y que no pasaba nada; que era un simple parón en mi vida pero nada más. Que era joven y fuerte y que podía con aquello si me lo proponía.
Mi novia estaba fuera. Y si no era capaz de mirar a mi madre a la cara después de aquello, cómo iba a mirar a Rocío? Qué cara le ponía? Si ni si quiera fui capaz de aguantarle la mirada cuando aquel séquito salió de la habitación...
Veinte minutos después estarían alli preparados con sus herramientas para hacerme todo el daño del mundo. Aunque, para qué mentir, hoy día agradezco aquel momento, lo que sentí, lo que comprendí y lo mucho que llegué a conocer a la Tamara de la que tanto tiempo me había pasado sin saber nada. Valiente!
Se me plantó una sonrisa en la cara y aquel día me reí de todo. Lo juro, de todo.
Pero nunca podré perdonar el daño que le hicieron a toda esa gente que me quiere tanto y que tanto estuvo conmigo en aquellos momentos. Nunca, esto también lo juro.
Pasaron cuatro días en vilo, a base de pruebas cuyo nombre no había escuchado jamás, con fiebres, con tiritonas, paracetamol, suero... y en todo este barullo, apareció Montse: el personajazo que ocupó la cama que Lidia había dejado libre. Por esto también me siento agradecida. Qué gran persona y qué suerte tuve al conocerla :)
Poco a poco fueron descartando aquel sabor a muerte que tanto estaba haciendo sufrir a mi gente... aspirado medular limpio, tac limpio, pet-tac limpio, biopsia limpia...
Oh! Parece que no hay cáncer... WTF!
Repitieron los cultivos, las serologías... y de repente... oh my god! Positivo en Leishmania.
Esa misma noche me dieron el primer chute... Primero paracetamol y polaramine y después la bomba... Ambisome... o anfotericina liposomal b. Ese veneno que, a pesar de minarme como me está minando, se ha encargado poquito a poco de ir matando a ese parásito protozoario que me estaba matando a mi casi sin darme cuenta.
A grandes males...

No hay comentarios: