domingo, 1 de noviembre de 2009




Hoy he llegado a una conclusión.
La primera vez que vi Matrix pensé que probablemnte algún día a mi también me dolerían los ojos, al abrirlos por primera vez.
Mi vida en los últimos años ha sido un caos... Un desarme nuclear de principios y valores... un intento de restructuración sin pausa.
Siempre pensé que no existía el destino, que nada ni nadie podía determinar qué iba a ser de tu vida y de su final.
Y hoy día, aunque sigo sin creer en lo que todos llaman "sino", pienso que cada paso que doy, en la dirección correcta o incorrecta, me está conectando con el paso que daré mañana; me está conformando un poco más así y "a mi".
Con cada nuevo peldaño estoy más cerca de ser lo que quiero y quien quiero ser.
Muchas veces pasa que nos olvidamos lo básico por el camino; no recordamos que recordar nos vuelve a conectar de manera física e inmediata con lo que éramos en ese momento; que los interconectores neuronales recurren al grabado celular para aportarnos lo que nuestra mente entendía en ese momento.
Predisponemos nuestro cuerpo y nuestra mente, constantemente.
Somos lo que queremos ser porque la mayoría de las veces no somos capaces de querer más, de aspirar a más...
Podemos darle las gracias todos a la tele, a los periódicos, a la radio, a internet...
Podemos retomar viejas costumbres y echarle la culpa a otro.
Volveremos a conectarnos con el pasado y volveremos a esa espiral de pesadumbre y auto-reproches que nos hacía sentir tan cómodos cuando nos íbamos a la cama, seguros de que el día siguiente iba a ser igual que el anterior, para bien o para mal.
A nadie le gusta que le rompan los esquemas, por norma general. Lo que conocemos nos aporta cierta sensación de bienestar y gratitud. Pero nos ata.
La inercia nos ata.
Yo he pasado años luchando contra ese yo interior que, sin saber por qué, me pedía respuestas a millones de preguntas. Incluso hacía que me replanteara cosas que ya daba por zanjadas hacía años.
Intenté calmar a ese yo revoltoso, a esa niña pequeña que no me dejaba avanzar por aquel camino... Intenté comprenderla e incluso creo que en algún momento ella desistió por pura pena; pena de ver cuán ciega podía llegar a estar.
De repente... algo empezó a cambiar.
El principio de esta etapa fue algo parecido a la resignación; "total, si las cosas son así, intentemos vivirlas de la manera más amena y confortable posible"...
Cuando acepté... cuando YO me acepté, cuando entendí quién era, cuando comprendí la cantidad de momentos que había vivido y los que aún me quedaban por vivir... cuando por fin fui capaz de entender que era un ser único y a la vez íntegro e imprescindible para el funcionamiento de todo lo demás, en ese momento comenzó mi segunda fase.
La aceptación. El entender quién soy, por qué estoy aquí, para qué, desde y hasta cuándo... y sobre todo, el cómo.
Me di cuenta que cada mañana al levantarme sonreía, simplemente. Abría la ventana de la habitación y respiraba el aire limpio... cerraba los ojos y me decía para mi "qué vida esta!!!"...
Comenzaron a suceder cosas bonitas... o tal vez ya sucedía pero era sólo a partir de ese momento cuando yo las empecé a ver, tal cual.
:)
Ahora estoy en esa fase siguiente... en la que sé de cuántas cosas soy capaz y me curro día a día el terminar de creérmelo.
No es fácil... nadie dijo que fuera fácil llegar a ser feliz :)
Pero ahora SÉ que voy por el camino correcto.



F: Si los pensamientos pueden afectarle así al agua, cómo no nos afectarán a las personas?...

1 comentario:

Anónimo dijo...

sí pequeya Tam sí :P somos lo que queremos ser ni más ni menos. Poca gente quiere verlo porque eso supone ser responsable de tu ser al 100% lo que te pasa lo has motivado tú sea bueno o malo. No es culpa de nadie que vivas bajo un puente o que te levantes amargado una mañana, sinó que cada uno lo proboca con mala energía.
Así que limitémonos a creer that we can :D and lets fight to reach it.