lunes, 31 de agosto de 2009

...

Decidí levantarme de ese sillón que me había tenido abrazada toda una tarde entera y hacer algo de provecho.
Qué maldición más grande es esa de entrar en la abultada e insaciable lista del paro… Una nunca encuentra nada mejor que hacer en ese período que ese menester del pensar; y, sinceramente, no creo que haya nada peor… en exceso, en demasía… Pensar, darle vueltas al coco y acabar la tarea aún más liada de como se empezó.
Finalmente, opté por enchufar el portátil y escribir. Esta vez me acompañaba el réquiem de Gabriel Fauré, grandioso donde los hubiere.
Tenía a la vista presentarme a un concurso de poesía juvenil patrocinado por la Junta de Andalucía y si bien ya tenía el número de versos requeridos quería poner un poco de orden en ese galimatías de vida que suelen ser mis poemas.
Folios, más folios, fechas, garabatos a pie de página que sólo sería capaz de entender volviendo a esos momentos de locura lírica,…
Siempre me he pensado anarquista en eso del amor, en sentirlo y en escribirlo, y empezar ahora a poner en orden todo aquello que me delata me causa un poco de pereza cuando menos.
La poesía, como la música, libre albedrío,… sin márgenes, sin bordes, sin cuadrículas y, si me apuráis, hasta sin partituras.
Ya desde pequeña mi padre se encargaba de dosificar diariamente mi sentido musical; unas veces el gran maestro Paco de Lucía acompañaba la cucharada de papilla que mi madre me iba dando, otras, mientras niños de mi edad jugaban al quema en la calle, Dire Straits perfilaba mis dibujos de segundo de E.G.B., muchas más Pink Floyd me mecía en la cama hasta que llenaba el techo de mi habitación de “crazy diamonds”,…
Ya desde mi infancia me perfilé como “demasiado” madura en el ámbito musical y eso era algo que no todo el mundo acertaba a comprender. A mí me daba igual. Totalmente igual.
Mientras lograba, con tesón y paciencia, ordenar esa locura que tenía encima de la mesa, todos estos recuerdos retornaban a mi cabeza y me hacían sonreír. Tenía que darme cierta prisa porque había quedado con mi mejor amigo para cenar y disponía de poco más de una hora. ¡ Tempus fugit !


No hay comentarios: