jueves, 6 de agosto de 2009

La barca




Una mañana de junio... temprana, dejé el mal humor en casa y decidí salir a navegar con mi barca. Hacía un día templado; ni frío, ni calor... algo de viento y también algo de nubes.
Comencé a remar. Me encanta que me salpique el agua que arrastro con los remos en la cara; me hace sentir aún más viva.
Tenía por costumbre hacer ciertas paradas... cerca de algunas rocas que me impresionaban, en alguna cala perdida e incluso en mitad del mar.
Me tumbaba y miraba al cielo sin escuchar mucho más que el ir y venir de la marea.
Cuando pasaban las horas y tenía que regresar a tierra, mi barca no reaccionaba igual de bien que cuando nos adentrábamos... Se resistía, se movía con fiereza como si me quisiese tirar al mar... me costaba dios y ayuda... Sudaba mucho... el sol se alejaba entre las montañas y tenía poco tiempo para salir de allí.
Pensé varias veces en tirarme al agua y nadar; tenía tiempo suficiente y pulmones valientes para conseguirlo.
Pero... cómo dejar allí aquella barca? cómo abandonarla en mitad del mar después de tantas aventuras juntas...
Lloré. De rabia. El sol apenas se veía ya.
Así que de repente una calma intensa se apoderó de mi. Me tumbé. Dejé que ella me llevara. Cerré los ojos y me dormí.
Me despertó un olor intenso. Café.
Al intentar levantarme, todos los huesos de mi cuerpo sonaron a la par haciéndome saber que estaba muuuuuy viva.
Mi barca había tomado tierra. Atrancada en la arena, su nariz señalaba un pequeño chiringo donde servían café caliente. A unos setenta pasos.
Me arrodillé y sonreí. Reí, con fuerza!
Me puse en pie, la amarré a unas rocas y me adentré en aquel garito de amanecer.


:)



Feliz semana a todos :) Nos vemos pronto ;)




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