martes, 4 de agosto de 2009

La calle estaba vacía... Un ruído lejano me recordaba que a pesar de todo no estaba sola. Eso me hacía sentir mejor. Creo.
Lo cierto es que hay cosas que no termino de recordar bien; autodefensa lo llaman, creo, otra vez.
Seguí caminando por un largo perído de tiempo. Llevaba unos auriculares conectados al móvil, que me servía de banda sonora en mis paseos nocturnos.
Hoy hacía frío.
Me estremecí... pero estaba a gusto.
Sonaban unos acordes compactos... esa canción era contundente. Me gustaba escucharla siempre un par de veces seguidas.
Tristán me miraba confuso... nos estábamos parando demasiadas veces. Algo estaba pasando.
Yo le sonreía, aún a sabiendas de que no entendería ese gesto y seguiría tal cual.
Pero me gustaba esa canción... me gustaba cómo me miraba Tristán... y me gustaba esa sensación de frío en los brazos y las piernas.
Cuando vivía en Valencia, era la banda sonora de mis idas y venidas... del pensar y sentir cuánto echaba de menos tantas cosas y cuánto odiaba aquel maldito lugar...
Fue el himno de lo que terminó por ser una huída.
La gran huída.
Mi huída.
Seguí caminando... Y esa canción seguía inmersa en mi... elevándome... suplicándome otro minuto más...


Ufff...



1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú nunca estarás sola. Ya te lo dije hace tiempo.
Demasiada gente te quiere demasiado como para consentir eso.
Ni queriendo estarlo, lo estarás.

Y vuela! lejos! Lo necesitas.

:)