
Tenemos dos opciones.
Podemos encontrarnos cara a cara, frente a frente, y ver qué pasa. Mirarnos a los ojos y esperar que los labios hablen, si es que tienen que hablar.
O podemos seguir jugando; seguir escondiéndonos... corriendo el riesgo de que en algún momento alguna de las dos se esconda bien y la otra nunca la encuentre...
De esconderse...
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