No-entrecomillas-

Pensaba en abrir la ventana y que entrara un poco de aire en estas cuatro paredes que más que oler saben a castigo.
Y me descubrí pensando en mi.
En cómo pienso últimamente y en cómo lo cuento.
Me sorprendí sonriendo. A sabiendas del "por fin", con los dientes casi apretados, por el saborcillo a orgullo.
Y a pesar de todo, de lo poco que me cuentan y lo mucho que me invento, yo me siento satisfecha.
Después de todo, aquí estamos, no?
Con más folios encima de la mesa... Cosas que una escribe con tanta nocturnidad que a veces no entiende ni la letra.
Las horas madrugadas nos capacitan para hablar, escribir y pensar en otros idiomas.
Y casi con otros cerebros.
Es el rato impune.
Todos las ladronas de corazón y las zorras de barra están en la calle esperando una nueva presa.
Happy hour.
Yo soy una pequeña interrogante... de las que observan y callan. De las de poca luz y música alta, que así escucha una menos tonterías y ve menos locuras. No saber, bendita ignorancia.
Me gusta cruzarme con la gente y mirar a la cara, a los ojos, de frente... a ver qué te quieren contar con la primera mirada del día... o de la noche. Pero hay a quien no se le da bien mirar a los ojos.
Me gusta observar y descartar. Necesito esa dosis de contundencia para no sentirme "parte de"...
Y observo... vaya que si observo! Y descarto... más que ninguna otra cosa. Es casi como una pequeña adicción. El "no" por bandera. Chica guerrera.
Y...
Ocurre. Sucede. Pasa. Jode. Rompe. Rasga. Mata.
Crash.
Ahora el noentrecomillas tiene temblores en las rodillas y duda. Que sí, que no, pero por qué...
Y mi rincón sigue siendo el mismo. Y la misma, mi canción de despedida.
Ahora... ahora qué...

"Ahora, noentrecomillas, ahora te jodes"