Por las cosas que nunca pasan.

Muchas veces, al cabo del día y de las horas, me debato entre dos caminos.
Un punto de inflexión entre dos interrogaciones que abren y cierran este puto enunciado.
Yo sigo sin entender nada.
Parece que me queda bien el trajecito... sujeto impasible de la oración pasiva. Pero también me cansa llevar las mismas pintas siempre. Al final me acabarán encasillando, por muuuucho igual que me de.
Total, cosa de costumbre.

Puedes agarrar fuerte esta daga;
Que no importe dónde está clavada...
Que no importe si derrama mis vergüenzas
de cara a tu galería.
Qué más da.
Insisto, puedes cogerla.
Que me haga sentir viva
a ese precio y por la espalda,
que no me importa,
de verdad te lo digo.
Me vendí a un precio más bajo
en un mercado más lejano que éste.
Y como no dolió,
como nadie consiguió que sangrara,
a mi se me olvidaron las frases
por el camino.
Y tú me culpas del tiempo,
de la ausencia...
De todas las palabras
que no hemos sabido decir.
De todas las miradas
que hablaron tanto de ti y de mi.
Tú te culpas y te callas.
Y me arden las heridas
porque saben que te callas...
Y mi cuerpo se hace risa, se hace sombra
en la cornisa de tus labios.
Dónde miras que no ves?
Dónde guardas las palabras
que se graban en mis ojos
cada vez que tú no hablas?


(Sonríe... a fin de cuentas, tienes lo que quieres.)