jueves, 3 de junio de 2010

Nada

Y entonces llegué y no estaba. Y todo se sucedió como esas noches en las que el tiempo no pasa. Y te quedas con las ganas. Como siempre.
Caminé y dejé atrás todo lo que me pesaba... Y me crucé con ojos que miraban a otras partes. Y con miradas que mataban. Y, entre tanto desazón, no supe ver a quien me miraba.
Me quedé dormida, entre puzzles y anagramas. Resolviendo ecuaciones y desmontando baladas, volviendo a componer lo incorregible.
Las partituras se van quedando pequeñas. Y a mi siguen sin gustarme las mañanas.
Todo me queda tan lejos cuando habla...
Y cuanto más lejos está, más le piso. Más quiero frenar... Llegar a esa calle en la que sé que ya no hay vuelta atrás... saltarme algún semáforo y aparcar sobre la acera.
Pero entonces surge la opción. Y en vez de imprudente, soy una becerra más girando a la derecha. Dando miles de vueltas a los mismos parques de siempre para poder aparcar.
Y llego al mismo sitio de siempre con la misma expresión en la cara.
Resignación.


Nadie mata monstruos por mi.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Anda que me puedo despistar de leerte... x'D Me gusta, tía... tú sabes que yo me quejo pero en el fondo me gusta... y a ti te gusta que me queje x'DDD Aiiiiis, ñiña pequeña!!! :)******

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