lunes, 21 de junio de 2010

Tan diferente...

Y es que es casi sin querer. Yo confieso que lo deseé un poco... pero esto vuela, como el tiempo, o incluso más.
Te acuerdas aquel tejado al que me subía todas las noches? Por si te daba por pasearte por mi calle... Sí, seguro que sabes de lo que te hablo, tienes buena memoria.
Recuerdo que no hace mucho sentí miedo; terror... pánico... estuve a puntito de caerme al vacío... lo vi tan cerca... Y desde entonces no he vuelto a pisar un escalón para subirme. Me he dado cuenta de que la luna se ve casi igual por mi ventana y aquí el mayor peligro que hay es coger un resfriado.
Durante mucho tiempo yo sólo me subía allí para verte pasar. Me conformaba con saber que existías y me sentía un poco más completa, tan "cerca" de ti.
A veces mirabas hacia arriba y yo me confundía pensando que buscabas mis ojos, detrás de todo lo oscuro que supone el que sea de noche. Tú sólo mirabas... buscabas la luna, te preguntabas si llovería... o tan sólo suspirabas... Y yo... inmersa, inserta -y muchas más cosas que empiezan por "in"- en mi paranoia destructiva de más noches que días, quise creer que me buscabas a mi.
Creé un escenario alternativo... donde las palabras no servían. Encontré dobles y triples sentidos en calles de una sola dirección y me estampé de morros mil veces con millones de paredes diferentes.
Creé una realidad paralela en la que me gustaba ubicarte más cerca de mi de lo que realmente nunca estuviste, ni estás ni estarás. Yo me sentía cómoda así, claro.
Quise construir(te) el palacio porque pensé que eras mi princesa.
Casi sin darme cuenta, el tiempo pasó volando. Y una de esas noches alguien me rompió el corazón. Y otra de esas noches, de repente, se me abrieron los ojos y me vi de pie, al borde del abismo, con la capa de mis sueños por bandera, a puntito de echar a volar. Me tambaleé un poquito y bajé un pie para sentirme más segura. Escuché voces de fondo, gritos de angustia e incluso algún aplauso (Valiente, que eres una valiente!) pero nada de aquello me convenció: ni para saltar ni para darme media vuelta.
Las horas, los minutos y los segundos son los que me hablan ahora. Y en esa realidad paralela ya nadie trabaja. Desde que decidí sentarme en aquel primer escalón todo se ve tan diferente...
Y ahora me pregunto cómo he estado tan ciega... cómo he sido capaz de ver tanto donde no había absolutamente nada. Y me preocupa. Esa imaginación desbordante... Y pienso que debería dedicar mi tiempo a escribir cuentosquenadiecuenta, a componer músicaquenadietoca y a hablarle a quien realmente me escucha.
Ahora sólo pienso
que este mundo... que este puto mundo
está loco.
Y yo soy una loca más, intentando pasar desapercibida; haciendo el ruido justo y necesario para que me escuche -que no oiga- sólo quien tenga que hacerlo.


Adónde van los locos que tanto aman? adónde quedan los que no saben?
Por qué siempre confundo las caras... por qué siempre me confundo de sitio...

Puto mundo loco.


No hay comentarios:

Archivo del blog