Por última vez...

Creo que me he dejao algo por el camino... pero mierda! que es que no llego a saber lo que es! Voy a pata coja, por estos días, intentando entender cuántas zancadas di en sentido erróneo.
No hago más que mirar atrás por si tiré algo por la ventanilla del coche y no lo recuerdo. Pero no sé... sólo veo la última parte del camino y volver atrás no sé si me merece la pena.
Y si cierro los ojos, yo sólo recuerdo canciones y el mar. Y es de ahí de donde saco la lucidez y el brillo para decorar mis partituras.
Y no pienso en besos, ni en abrazos... ni tan si quiera en todas esas explosiones de pasión en cualquier parte. Yo sólo siento música y veo el mar.
Ayer ni sé la de veces que le di la espalda a todas las parejas que se ponían cerca mía, a besarse o a abrazarse. Ni ver, no quiero ni ver.
Ojos que no ven...
Ahora recuerdo mi teoría sobre la palabra "demasiado"... y es que siempre he dicho que no podía ser bueno un término así, de esos que tocan el extremo de manera peligrosa.
Pero lo que más me duele es llevar a cuestas una cruz que no es mía! Llevar esta mascarilla de oxígeno todo el día... me agobia... tanto!
Que no hablamos el mismo idioma... que tú quieres que se sepa por arte de magia todo lo que quieres y necesitas y que yo no llego más lejos de las palabras... y de mi música. Que eso es todo lo que puedo dar... eso y unas cuantas heridas de guerra.
Que yo vengo de lejos y tú no quieres quedarte cerca.
Y es que nadie tiene la culpa. Nos tocó vivir esa historia de amor en aquella torre de Babel con aspecto de faro y sólo nos entendimos con los ojos, con la boca y con las manos... Yo a veces te hablaba con mi piano y tú me respondías con silencios...
Con silencios que me aterraban. Siempre lo supiste. Y me decías "por qué te incomoda el silencio?"... Era el mismo miedo que el mar en la noche...
Silencio contigo era el mar de día. Silencio sin ti, el mar de noche.
El paso de los años me enseñó a ser así. Las trampas, las zancadillas, ... mis pequeñas cicatrices... ésas que besabas con tantísimo cariño cuando me abrazabas.
Ésas que para mi se quedaron cuando te colgué el teléfono por última vez. Y allí me dejé el alma. Llovía, lo recuerdo; llovía a mares, apenas veía conduciendo de vuelta, y las lágrimas me nublaban la poca visión que tenía. Pero no tenía miedo. Sólo sentía dolor. Tanto...
Pero fuíste contundente. Lo tenías claro. Tanto que al escucharte hablar casi no te conocía. No eras la misma de siempre.
Tanto odio, tanto rencor... tanta repulsión...
por qué?
Tan mala fui?... Tanto daño hice?
Pensé. Mucho. Pensé tantísimo que saqué conclusiones de más, a lo mejor...
Pero me dolió tanto sentirme traicionada...
Aunque parece ser que no hay opción; que no tengo derecho de sentir celos, de expresar cómo me siento... no tengo derecho a sentirme abandonada.
No tengo derecho... Tengo que morderme la lengua, tengo que coger aire y sentirme una mierda por haber perdido.
Tengo que joderme con esta horrible sensación porque a ti de la noche a la mañana te da todo igual.
Porque si me lees, te sientes mal... porque yo "te dejo en mal lugar".
Qué partes son las que lees? qué es lo que te saltas?
Porque veo cierta tendencia a asimilar las cosas como a una le vienen en gana...
Me dediqué 100%. Me dejé la piel en cada kilómetro y en cada segundo.
Abrí los brazos todo lo que puede para abrazarte a ti y a todo lo que venía contigo. Pero tú te asfixiaste.
No supiste esperarme, dejarme asimilar. No.
No supiste quedarte con todo lo que realmente valió la pena... porque "no fue tanto"... o porque "éramos muy diferentes"...
Hiciste lo más cómodo. Barrer pa dentro. Total, pa mes y medio pa qué nos vamos a calentar la cabeza...
Pues bien. Ésta es mi manera de entender las cosas. Y al igual que yo respeté tu decisión y tu forma, tú tienes que hacer lo mismo.
Yo escribo y suelto. Lo dejo todo aquí. Mis alegrías y mis penas. Mi piano y mis libretas.
Si en algún momento ves tu nombre, si en algún momento de aquí en adelante te das por aludida, olvídalo. Ésta será la última vez que puedas sentir que tienes algo que ver conmigo.
Hay que meterse la mano en el corazón, a veces, y tentar. Qué hay.
No se puede tratar a la gente con esa frialdad y esa crueldad. Se hace mucho daño. Es un consejo, de alguien q te ha querido mucho y que sólo desea que estés bien.
De aquí en adelante, piensa antes de hacer algo; muérdete la lengua tú también y si tienes que decir "qué mierda eres" procura hacerlo de la manera más sutil posible, sin hacer daño. Ni directo ni indirecto.
Yo me sorprendo de cosas, créeme. Hubiese puesto la mano en el fuego tantas veces... que hoy día ya no podría tocar el piano... Y mira... no me verás quejarme.
Aquí la primera sorprendida fuí yo. Pero, vamos, como siempre.
Sujeto paciente de la oración pasiva. Pura/puta norma.
En fin... que se acabó la tontería.
Tanta vuelta no sirve sino de marearse. Y remover la mierda no le gusta a nadie.
Y no seré yo quien lo haga.
Pero hazme caso... de aquí en adelante, si una chica celosa e insegura se enamora de ti y te escribe canciones, quédate con sus canciones y ayúdala a entender que no tiene por qué tener miedo.
Y si no te ves capaz de soportar eso, entonces trátala con cariño y dile que las cosas tienen que cambiar. Y si tampoco hay change, entonces mírala a los ojos y proponle dejarlo un tiempo. Pero no se te ocurra dejar a nadie por móvil, ni por sms... nunca más. Es un consejo de persona mayor.
Pero si corres cuando le ves las orejas al lobo jamás estarás preparada para ser feliz.
Tiempo al tiempo.